Voy a escribir todo el camino que tuve que transitar para que me diagnosticaran trastorno bipolar. Tal vez alguien se pueda.ver reflejado en todo esto y pueda servirle de alguna forma.
Hace ya casi 8 años que me diagnosticaron. Dos intentos de suicidio. Un internamento. Muchos medicamentos. Y aquí sigo.
Un camino muy dificil. Un buen diagnóstico te cambia la vida.
Todo empezó cuando tenía 16 años, siempre fui introvertida pero no tímida, tenía amigos, me iba muy bien en la escuela y todo bien.
Un día normal, así de la nada, estando en la prepa, me sentí rara y fui incapaz de hablar con mis compañeros, empecé a sentirme muy triste, demasiado, cada vez que hablaba sentía un nudo en la garganta.
Empezaron tiempos difíciles, no me concentraba, no aprendía nada, me empezó a ir mal en la escuela,estaba muy irritable, dormía mucho o no dormía nada.
No tenía ánimo de hablar con nadie, me quedé sin amigos, mi autoestima por el suelo, me se irá horrible,deje de arreglarme y hasta de bañarme. Simplemente ya no disfrutaba nada.
El punto más bajo fue un día, después de un examen de física en el que me fue muy mal, llegue a casa, no había nadie, agarre un bote de 1 litro de helado, muchos dulces y me comí todo.
Después agarre unas tijeras y las empecé a presionar contra mis muñecas, salió un poco de sangre y después fue como si ya no fuera yo misma, me veía pero no era yo.
Para cuando volví en mi, ya estaba oscuro y escuché que mi familia iba llegando. Jamás les dije nada. Fingí que todo estaba bien y me fui a dormir.
Por está epoca comence a arrancarme el cabello, desde la raíz era todo un ritual, buscar el cabello más grueso, arrancarlo, morder la raíz y luego tirarlo.
Se sentía bien bien poder controlar algo en mi vida. Aunque después venía la culpa porque ya de por sí me sentía fea, ahora estaba pelona.
Así continuaron los días, terribles, hasta que un día así tan repentinamente como habia empeorado, me sentí mejor. El sol brillaba, yo era súperpoderosa y súper sociable.
Me bañé, me peine, me puse mi pantalón favorito y llegué a la prepa como si nada, hablando con todos, respondiendo pregut as en clase, ya no tenia que aislarme, estába feliz.
Llegó el momento de presentar para la facultad y no tuve que estudiar nada, solo llegue ese día, confiada y segura, presente y listo.
Pase el examen y se llegaron los primeros días de la carrera, seguía motivada, sociable y feliz.
Pero de pronto, ya no. Deje de poner atención en clase, era imposible, me sentía estúpida y como si nunca fuera a lograr nada en mi vida.
Que horrible sensación, no valer nada, no disfrutar nada, sentir que la carrera que tanto habías anhelado no es para ti porque no puedes entender absolutamente nada.
Y peor aún, todo el mundo diciendote que le eches ganas, que tienes todo para triunfar y que no te falta nada, te tienes que sentir bien.
Llegó mi primer examen y me fue mal. Lo cual pues no ayudo en nada a como me sentía, así pasaron días y días.
Antes de terminar el semestre, mejore. No era igual que la ocasión anterior, pero está bien. Pude estudiar y alcanzar a mejorar un poquito el desastre de mis calificaciones.
Estuve mucho tiempo así. Bien.
Después otra vez, no me concentraba, estaba irritable, a veces tenía ataques de risa que no podía controlar y que no sabía de dónde venían. Estaba irritable, todo me hacía enojar.
Mucha impulsividad y al mismo tiempo esa sensación de no valer nada. De ser un ente vacío que no aporta nada al mundo.
Malas calificaciones que se alternaban con otras muy buenas y que al final terminaban en calificaciones pasables pero nunca buenas.
Obviamente esto no ayudaba a como me sentía, mediocre. Yo estudiaba, cuando estaba bien aprendía mucho y lograba compensar las ocasiones en que no lo lograba.
Pero toda mi vida era un desastre, tenia amigos pero nunca cercanos porque sabía que en cualquier momento iba a sentirme mal.
La escuela estaba bien, pero con la sensación de que era una mediocre, mis calificaciones eran promedio y yo estaba acostumbrada a ser de las mejores.
Tenia mucha frustración, seguía arracandome el pelo, había pedazos de mi cabeza pelones y todo el tiempo quería llorar.
Poco a poco todo mejoro, me empecé a sentir muy bien, estaba feliz y hasta pensé que al fin, mi vida estaba cambiando, mejoro la cuestión escolar.
Mi autoestima subió un poco, encontré u grupo de amigos con el cual me sentía cómoda. Mucha estábilidad.
Aunque muy en el fondo, siempre sentí que algo estaba mal, solo no podía explicar que cosa. Pasaron bastantes meses así.
Después empecé a caer, que horrible tener que estudiar, empecé a faltar a clases, solo quería caminar mucho, deje de comer y había tardes en que solo daba círculos dentro de mi casa.
Reprobé por primera vez en mi vida. Que frustración. Empezo un semestre nuevo. Que extraña mezcla de emociones. Sin ánimo, pero con ganas de salir adelante.
De pronto, una ráfaga de energía, no dormí nada por muchos días, despues solo lo hacia por dos o tres horas.
Por esa época empezaba a ir al hospital, así que me encantaba ir toda la tarde a hacer historias clínicas, me despertaba a las 4:30 para llegar a clase y volvía a mi casa hasta las 8 o 9.
Llegaba a estudiar y a veces no dormía o lo hacia muy poco, mi cerebro estaba a toda potencia. No comía, a veces solo comía galletitas de miel.
Baje mucho de peso. Me ponía vestidos, me maquillaba, me sentía bien. Mis calificaciones subieron muchísimo.
Después de un rato, ya no era tanta energía, pero me sentía bien, continúe haciendo lo mismo, pero ya me cansaba, pensé que era normal, por el ritmo que habia estado llevando.
Pero lo único importante es que yo estaba súper bien.
El día de mi cumpleaños, todo se fue al carajo. Me desperté cansada, sin ánimos, fastidiada de todos.
Un día a medianoche, me dieron muchas ganas de salir a caminar y lo hice Me encontraron caminando muy lejos de mi casa.
Empecé un semestre nuevo sin sentir nada, la vida se sentía vacía, ya nada importaba. Académicamente hablando fue mi punto más bajo. Saque un 30 en un examen.
Pero la verdad no me importaba, yo solo pensaba en que estaría mejor muerta.
Un día, me tocó exponer frente a todos. Hice mi presentación y me pare al frente. No sé que ocurrió. Pero magia.
Me sentí demasiado feliz.
Una energía desbordante. Llegué a mi casa y empecé a estudiar. Días enteros, noches completas, estudiaba todo el tiempo.
Sentí que mi misión era memorizar cada cosa de ese libro. Resolví 100 ejercicios de laboratorio en una noche.
Saque 100 en los dos siguientes exámenes. Que poder. Me imaginé a mi misma haciendo el doctorado en farmacología y toxicología. Tenía un propósito.
Me dije a mi misma que tenía que ser becaria de farmacología. Aplique y se llego el día de la selección.
No pude. Estando en el examen, todo perdió sentido. ¿Para qué? Yo debía mejor morirme y dejar de estorbar. Además, cada día, estaba más pelona. Ya lo notaban los demás.
Deje el examen casi en blanco y me fui muy rápido con muchas ganas de llorar porque nada valía la pena ya para mí.
Algunos se burlaban. Un día le conté a alguien y me dijo: Sharon, eso no deberías andarlo diciendo, que raro.
Yo solo estaba buscando ayuda, pero no sabía a quién pedirla.
Paso otro buen rato y yo cada vez me sentía más hundida, empecé a tener pensamientos de muerte.
Luego empezó la planeación suicida, recuerdo que tenía un Word en mi laptop, dónde tenía todos los métodos de suicidio que había encontrado en internet.
Los leía todos los días y me sentía terrible al hacerlo. Llegó un punto en el que yo ya no me reconocía. No era yo.
Descubrí que en la facultad hacían descuento a estudiantes en la consulta de psiquiatría.
Acudí y recuerdo que en donde decía 'Motivo de consulta' "yo escribí: Estoy muy triste y me arranco el pelo"
Tuve mi primera consulta y conté como me había estado sintiendo, la tristeza profunda y melancólica, la incapacidad de hablar con los demás, los problemas para concentrarme.
Inmediatamente me diagnosticaron depresión, me empezaron a dar sertralina y me dijeron que tendría terapia con una psicóloga.
Empezo la terapia y al mismo tiempo me empecé a tomar el medicamento.
Tuve una pésima experiencia con la psicóloga, todo el tiempo me sentí incomoda, no sabía que decir y cuando decía algo, sentía que me juzgaba, empecé a faltar a la terapia.
Mientras tanto, mi ánimo estaba extraño, me sentía triste pero muy impulsiva, irritable, explotaba a la más mínima provocación, empecé con ideación suicida.
Cómo no me sentía cómoda con la psicóloga, nunca le hablaba de todo esto, solo de temas superficiales y la verdad que no me ayudaba mucho, todo el tiempo me sentía juzgada.
No dormía bien, sentía que me odiaba a mi misma y al mismo tiempo me sentía superior a todos
Creí que era la sertralina haciendo efecto. Pero que error tan grande. Risas que llegaban de la nada y se convertían en llanto.
Euforia, desesperanza. Todo al mismo tiempo. Me daban ganas de salir a caminar y duraba horas haciéndolo.
Lo peor llegó un día que mientras esperaba el metro, sentí unas intensas ganas de aventarme frente a las vías.
Me dió miedo. Me asusté mucho y comencé a temblar. Casi lo hacia pero justamente llego alguien que conocía y sin saber que pasaba, me detuvo. Simplemente me distrajo y ya nada paso.
Esa tarde tenía terapia. Todo el día me sentí rara, no pude estudiar. No podía poner atención. Sentía mucha tristeza. No disfrutaba nada.
Durante la terapia, solo estaba dando vueltas a lo mismo de lo que hablaba siempre pero estaba muy nerviosa.
Empecé a deshilachar una liga que tenia en la mano y faltando minutos para que se terminará la sesión, la psicóloga dijo: "Sharon, te noto rara, ¿Hay algo que no me estés diciendo?
Y ahí empecé a hablar, dije todo lo que ha la estado planeando, las ganas que tenía de aventarme a las vías de metro, las cosas raras que estaba sintiendo.
Ahí dijo las palabras que me cambiarían la vida: "No puedo dejar que te vayas"
Me asusté. Me dijo que tenían que internarme. Me pidió el número de algún familiar. Me dijo que me quedara ahí en la sala de espera.
Paso mucho tiempo, entre y salí del baño mil veces. Tenía mucho miedo. Muchas ganas de llorar.
Llegó un residente de psiquiatría que muy amable me ofreció un diazepam para calmarme. Me lo tomé y me relaje.
Llegaron mis abuelos por mi y me llevaron a mi casa para esperar a mis papás y contarles lo que había pasado. Me mandaron con vigilancia uno a uno y cita por la mañana para internarme.
Dormí todo el camino, toda la tarde y toda la noche. Al despertar me sentía como borracha. Llegué al hospital e iniciaron con la papelería para internarme.
El primer día todo fue horrible. Me la pasé encerrada llorando en el cuarto. No quise salir a nada.
Empezaron las sesiones de terapia y pronto me dijeron que sospechaban que yo tenía trastorno bipolar. Que eso tan raro que estaba sintiendo, parecía ser un episodio mixto.
Iniciaron a darme litio. Fue increíble lo rápido que mejore. En menos de dos semanas volví a ser yo. Tenía ánimos, me sentía optimista y lista para enfrentar todo.
Estando internada aprendí a tejer, comencé a pintarse nuevo. Conocí gente muy interesante. Hasta que me dieron de alta.
Así fue como me diagnosticaron y me dejaron lista para la vida y enfrentarlo todo.
O al menos eso fue lo que creí. No sabía el infierno que se venía. Pero eso ya es otra historia.