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Me gustas cuando callas porque estas como ausente.

domingo, 29 de abril de 2012

Un pequeño y un poco incoherente trozo de mi diario



Lo que siento hacia él es algo que aún no me explico. No pienso en el las 24 horas, no lloro por él, no busco cualquier pretexto para estar a su lado y hablarle, me limito a verlo 5 minutos 2 o 3 veces por semana. Pero esas veces me hace sentir como si fuera la persona mas importante en el mundo. Hace que cada vez que me habla por el me sobresalte. No lo se, me divierte la inocencia que me muestra, ese interés por mi persona. Y de cierta forma envidio a su novia por tenerlo. Es el primer chico con el que no me imagino llegar a tener algo más que amistad. Siento que es demasiado tierno para esa clase de cosas, siento que quiero hablar con él para toda la vida. Es La primera persona que me alegra que sea feliz, la primera persona que me gusta ver sonreir aunque su sonrisa la ocasione alguien más. Son demasiados sentimientos encontrados los que siento por él. No estoy enamorada, no estoy encaprichada, creo que simplemente lo quiero. Lo amo de una forma inexplicable. Las miradas que me lanza, las preguntas, su curiosidad.
Me hace sentir hermosa sin tener que decírmelo, sus ojos cuando se clavan en mi hacen que me olvide de cada defecto que antes me he encontrado.
No me ocasiona distracciones, es fácil que me lo saque del pensamiento, si necesito estudiar pienso en él y su entusiasmo me motiva, su optimismo, su alegría me hace sentir de una forma tan especial.
Puedo escribirte paginas enteras de él. Y como es mi amigo creo que lo hare. Podria dejar de dormir por contarte de él pues su recuerdo hace que me olvide del cansancio que tengo. Jamas me había sentido tan cursi, No quiero dejar de escribirte de él Nikki, te lo juro, no quiero, quiero hablar y hablar de todas  las cualidades que le encuentro. Me tengo que ir, debo dormir para mañana estudiar y causarle orgullo. Quizas hoy pueda soñar con su sonrisa por primera vez desde que lo conoci.
Sharon Eliana

lunes, 23 de abril de 2012





Para mi eres el mayor de los tesoros...






date cuenta y deja de sufrir por ella

lunes, 16 de abril de 2012

La chica de rojo


Al bajar las escaleras de mi casa, todo el mundo se quedo impresionado. Mi futura madrastra, mi padre y mis dos hermanos me miraron como si fuera una desconocida. El vestido rojo estaba demasiado entallado y me cortaba la respiración, los tacones eran tan altos que me era difícil mantener el paso. Pero me sentía bonita. Era el primero de enero. El día nada más y nada menos que de la exclusiva reunión de año nuevo del nuevo trabajo de mi padre. Una fiesta muy elegante en un hermoso lugar.
Normalmente mi vestimenta dejaba mucho que desear, mi cabello era siempre una coleta de caballo y la ropa la primera que tomara de mi closet. Ni una gota de maquillaje. Tenía 16 años pero siempre me había sentido mayor. 
Observe a mi familia, mi madre lucia hermosa, su larga melena de un tono tan negro como la noche caía por uno de sus hombros sobre su vestido azul oscuro. Mi padre y mi hermanos lucían un traje negro similar que solo variaba en el color de la camisa y corbata que usaban. 
Al llegar al lugar de la reunión me quede impresionada. Era un enorme lugar que simulaba las casas de la antigüedad, incluso tenía un laberinto construido por plantas, en el centro de este se apreciaba algo como una loma donde una luz iluminaba algo que no pude distinguir que era
Rogué a mi padre que me dejara ir a ver. Como yo era su favorita y la consentida me lo permitió condicionándome a no tardar mucho. Me dirigí al laberinto. Comencé a caminar por los pasillos, había más gente paseando, como si estuviera siendo guiada no tarde mucho en encontrar el centro. 
La loma estaba constituida por escalones. Quería ver lo que había en la cima. Deje mis tacones abajo y poco a poco comencé a subir. Al llegar me encontré con un maravilloso mirador, en el centro tenía una fuente que despedía una luz brillante. La observe unos minutos y después me acerque a la barda. Desde ahí podía ver el laberinto completo y la entrada hacia la casa donde era la reunión. De pronto sentí una presencia. Me gire y observe a un hombre delgado, alto, llevaba bigote y unas gafas sin montura. A pesar de llevar el saco puesto podía notarse que no estaba pasado de peso. Un hombre muy atractivo.
Se acerco a mí con una sonrisa y al ver sus manos vi que llevaba mis zapatos en sus manos.
"¿Son estas zapatillas de esta bella dama de rojo?", pregunto sonriendo
"Si, son mías caballero", respondí divertida
"Deberías calzarlas o te lastimaras tus bellos pies"
Sonreí. Él hizo lo mismo. Extendí mis manos para tomar los zapatos pero no me los entrego, en lugar de eso se agacho frente a mí. Me quede congelada pero aun así levante primero un pie y después otro. A cada uno le fue colocado su respectivo zapato. El hombre sonrió y se levanto. Quedamos frente a frente. Observe sus ojos atraves de los anteojos, eran de un azul intenso que con la luz que despedía la fuente brillaban de una forma hermosa. Observe su nariz, delgada y perfecta. Cuando pose la vista en sus delgados labios sonreí. Sin darme un momento para pensarlo acerco su rostro al mío. Lo primero que sentí fue su bigote haciéndome cosquillas ¿quien lleva bigote en esta época?, pensé. Pero inmediatamente esa sensación dio paso a algo más. No era un beso como cualquiera que hubiera dado. Sentí fuego en mi interior y cuando paso sus brazos por mi cintura el fuego creció más y más hasta cortarme la respiración. Un gemido ahogado me hizo reaccionar. Me aleje del hombre pasmada.
"Me tengo que ir", fue lo único que atine a decir
"Adiós chica de rojo", respondió él
Le dirigí una última sonrisa y baje lo más rápido que pude con los zapatos puestos. Intente calmarme, quizás todo había sido mi imaginación, quizás todo era un invento de mi mente que trataba de alegrarme tras mi reciente ruptura con mi novio. Pero no. La sensación que había tenido había sido demasiado real para ser solo una visión. Agitada llegue a la reunión y busque a mi familia. La vi sentada en una mesa redonda. Llegue al lugar. Mi padre me sonrió, Laura-mi madre-cuando me vio arqueo la ceja y sutilmente me hizo una seña con la mano indicando mi boca. Entonces recordé el labial rojo que estaba usando, debía estar cubriendo mi cara. Mi padre normalmente era muy observativo, pero supongo que estaba embotado con la situación. Me levante rápidamente y me dirigí al tocador. Los daños habían dejado una marca roja alrededor de mis labios. La limpie cuidadosamente y volví a aplicar el color. Cuando llegue a la mesa me quede boquiabierta. Ahí estaba él. Él hombre del laberinto observándome igual o más sorprendido que yo. Las palabras de mi padre para referirse a él me dejaron congelada. Pues me presento a su jefe Daniel Da Silva y a su esposa Angelique Spektor.


Sharon Eliana

martes, 3 de abril de 2012


Al fin logre entender a twitter
Si no estoy aquí, lo más seguro es que me encuentren ahí...lo que se les ofrezca


Me avisan para dar followback(;