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Me gustas cuando callas porque estas como ausente.
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miércoles, 15 de mayo de 2013

Realidades ocultas.


-Siempre he tenido la sospecha de que hay alguien tras de mí.
Helaba, los -3 grados centígrados de temperatura calaban hasta los huesos. 
-No me molesta, no me gusta sentirme sola-sonrío de forma amarga-pero es así como estoy, sola.
 La gente caminaba sin detenerse a observarla, demasiado ocupada como para prestarle atención a alguien tan insignificante como esa joven de aspecto harapiento. 
El cielo gris, anunciaba una pronta tormenta, los relámpagos la hacían reír; “Un poco de luz entre tanta oscuridad” era lo que se permitía pensar. Le gustaba contar el tiempo desde el relámpago hasta que escuchaba el estruendo. Amaba calcular la distancia a la que el rayo había caído, imaginar sobre que o quien se había impactado. Conocía a varias personas que lo merecían. Volvió a reír, esta vez más gente le prestó atención. ¿Quién se ríe sola en una banca del parque?
  Y comenzó a llover. Una lluvia fría, despiadada que cubría todo a su paso. Pronto la dejo empapada y temblando. Pero ¿qué podía hacer? Sin casa, sin amigos, sin familia. Sin nadie. Era solo ella en este mundo tan vacío cruel. La lluvia dolía. 
Y de pronto, despertó. Despertó en su tibia cama, con su sábana cubriéndola. Todo había sido un sueño. Aunque dentro de ella sabía perfectamente que no estaba muy lejos de la realidad.

SharonEliana

lunes, 6 de mayo de 2013

Pesadillas.

 Muerto. Había muerto. Abrí mis hinchados ojos de tanto llorar. Me sentía agotada como si no hubiera dormido en semanas. Tome el teléfono y marque su número. El solo pensar que la última vez que lo vi no le repetí suficientemente que lo amaba, que discutimos por un simple refresco. Que nuestra despedida solo fue un simple beso y una hasta mañana, que ninguno de los dos nos rogamos permanecer juntos un momento más. Un timbrazo. Las lágrimas vuelven a rodar por mis mejillas. Un timbrazo. Las pequeñas gotas se reúnen en mis labios y siento su sabor salado. Un timbrazo, un sollozo y las lágrimas se niegan a dejar de salir. Levantan el teléfono y un “Hola” somnoliento y molesto me responde. Digo mi nombre y la voz sé alarma. Entonces recuerdo que estoy llorando. Lo había olvidado porque en cuanto escuche tu voz me di cuenta que todo fue una pesadilla. Te cuento lo que ha pasado y te escuchas algo molesto. ¿Quién confunde los sueños con la realidad?, me dices que me tranquilice y te hechas a reír. Me dices que me amas y nos quedamos hablando toda la noche de los sueños y de las pesadillas. Al amanecer no he dormido nada pero no me siento cansada, me siento completa y llena de ti.

Sharon Eliana 
FICCIÓN

sábado, 27 de abril de 2013

Cuento que no es cuento


Nunca habia comprendido la vida. Siempre habia caminado apenas inmutandose de lo que ocurria a su alrededor. Esa mañana desperto con una extraña sensacion en la garganta. Con el sabor de un presentimiento que no decia nada bueno.
A pesar de todo sonrio como cada dia y se levanto de entre sus sabanas. Arreglo su cama y se metio a la ducha.
El agua estaba helada. Pero se sentia bien a pesar de los 10 grados que marcaba el termometro. Se arreglo lo mejor que pudo y su larga cabellera la amarro en una gruesa y roja cola de caballo. Bajo corriendo las escaleras y se acerco a donde estaba su madre. Tomo el jugo de naranja que le ofrecio y salio disparada despues de dar una mirada fugaz al reloj que le indicaba que una vez mas iba retrasada. Corrio tan rapido como pudo, una cuadra antes de la escuela escucho el timbre y resignada a que ya no le permitirian entrar se desplomo en la banqueta. Hizo una mueca.
-Te sientes mal?-inquirio una voz amable
-No, estoy bien solo que...-se detuvo al notar que estaba a punto de hablar con un completo extraño
-Bueno ibas corriendo y de pronto te dejas caer-añadio el hombrecillo de barba blanca
-Estoy bien de verdad, gracias por preocuparse-dijo al tiempo que se ponia de pie y se sacudia el trasero
-Te ayudo con tu mochila?
-No gracias, no esta pesada
-A donde vas?-pregunto el anciano
-A mi casa
-Vives en la casa anaranjada verdad?
-Como lo...-se detuvo, su casa era demasiado llamativa asi que no era raro que la reconocieran por esa razon-mire gracias por preocuparse, pero en serio la mochila no pesa puedo volver por mi misma, no lo quiero retrasar en...lo que sea que iba a hacer
-Pero yo te iba a  buscar a ti
Dicho esto el hombre se arranco la barba y arrojo su baston al suelo.
Ella se asusto. Dio un paso en reversa pero se olvido de la banqueta por lo que que cayo de espaldas. Sintio como si frotaran un hielo por todo su cuerpo. La sangre se helo y solo vio a aquel sujeto acercarse más y más. Rogo por que alguien pasara, que alguien los viera pero a esa hora de la mañana no habia ni un alma en la calle. Intento gritar pero no logro hacerlo. El hombre le tomo una mano y comenzo a moverla. Era una sensación extraña, muy extraña como si sus piernas ya no le pertenecieran mas y se movieran a voluntad de sujeto que la estiraba. Su vista comenzo a nublarse y de pronto ya no supo más de ella.
Al despertar vio una habitación rosada. Repleta de muñecos de peluche, bajo la mortecina luz que iluminaba la habitación, el rostro de los osos parecia tener un gesto malevolo, siniestro. Se sintio asustada. Intento moverse pero sintio mucho dolor. Se quedo quieta. Parecia estar sobre algo blando. Algo que parecia ser una cama. Y lo era. Hecho un vistazo a su cuerpo para intentar localizar lo que sea que le estuviera provocando ese agudo dolor que lo la dejaba moverse. No habia nada. Trago saliva. "Vendran por mi" penso. Pero algo dentro de su corazón le decia que no, que no seria asi, que moriria a manos de ese hombre. Sintio una lagrima correr por su mejilla.
De pronto la puerta se abrio y vio a su captor sonreirle.
-Hola queridita, ¿como te sientes?
Los labios le temblaban. El hombre se habia quitado el bigote y se habia cambiado la ropa de anciano que llevaba. Usaba una camisa blanca muy ajustada que dejaba ver su barriga. La beso en la frente.
-Estaras bien cariño, solo que con lo que te inyecte te sientes algo adormecida y adolorida, pero mañana se te pasara y podremos salir a jugar juntos como antes. Le sornio.
Ella lo miro a los ojos. No entendia que estaba pasando, sentia miedo, sentia enojo, sentia demasiadas cosas que no podia explicar.
Él le cerro los ojos.
-Duerme, descasa mi pequeña, papi estara aqui cuando despiertes.
Lucho contra sus ojos que se cerraban pero no lo logro, se sumio en un profundo sueño.

FICCION
Sharon Eliana
 

Escrito: Sábado, 17 de diciembre de 2011 a la(s) 1:37

domingo, 31 de marzo de 2013

Historia.


Camine como todos los días del metro a la escuela, al entrar el lugar me sentía acalorada, era un día muy soleado.
-Hola -me saludo una voz algo curiosa
Me volvi para ver de quien se trataba, era mi compañero de salón. Todo el camino platicamos hasta llegar al edificio de clases. Aun me sentía con calor, pero ahora el calor externo se había equilibrado con un calor interno.
Solo tenia una clase ese día martes, me despedi de mi amiga y me dirigi hacia el metro.
-¡Hey esperame!-de nuevo mi compañero
 -¿Vas al metro?-pregunte sonriente
-¿Si, tu también verdad?
 Asenti. Emprendimos el camino. Decia muchas veces mi nombre.
-En que estación te bajas?
-¿En Madero, y tu?
 -Más adelante, en Revolución.
Nos quedamos callados unos minutos, soreimos y nos miramos a los ojos. Algo paso, no estoy segura de lo que fue, pero de pronto la distancia en nuestros rostros se hizo más corta, nuestros ojos se clavaron en los del otro, y de pronto ambos se cerraron al tiempo que nuestros labios se encontraron. Fue un beso casto, un beso sencillo, pero fue una de las mejores sensaciones de mi vida. De pronto el metro se freno para empezar a detenerse, la inercia nos empujo el uno con el otro. Ambos reimos, era mi estación. Me despedi con otro beso y una sonrisa.
Ojala ese momento hubiera durado para siempre, de lo que estaba segura era que esa sensación la recordaría hasta el ultimo de mis días.


FICCION
Sharon Eliana

sábado, 16 de marzo de 2013

El fin de mi días





El día de mi muerte me desperté temprano. Elegi mi vestido favorito. Deje mi cabello suelto y sali de casa.
Hacia ya cuatro años que me habían informado, que el 20 de marzo de 2014, moriría. No sabían porque simplemente mi cuerpo se estaba degenerando. Primer caso en la historia, mi corazón simplemente se detendría, ya no habría riego sanguíneo y todos mis tejidos morirían por la falta de oxigeno, asi sin rázon alguna, simplemente porque debía pasar. 
Cuando comencé a caminar en dirección a mi auto, sentí un mareo. Cerre los ojos.   Creí que ese era el fin. Más sin embargo nada paso.
A veces me gustaba imaginar que todo era mentira, que en realidad no moriría y que me quedaba una larga vida por delante, pero no era asi
Tras reflexionar un poco, llegue a la conclusión de que tal vez no debería salir ese día. Podria morir manejando y provocar un accidente automivilistico. Podria desvanecerme frente a mis compañeros de clases y causar un revuelto.  Mi mayor temor era sucumbir ante mi abuela, mi única familia.
Regrese dentro de mi casa y me quede de pie. Era un lugar pequeño, sin muchos muebles, ningún lujo, pero era mio y me hacia feliz.
Me sente en mi única sofá y suspire al recordar a quien me lo obsequio. Mi último y único amor, aquel que me llevaría en mi mente por siempre. Aquel que siempre me hizo feliz.  Cerre los ojos y trate de dormir un sueño del que, a mis 23 años, ya no no despertaría.

FICCIÓN
Sharon Eliana

lunes, 28 de enero de 2013

Situaciones incomodas.




Me sentia como en el video de  The story of us.
No lo vi inmediatamente. Llegue a la enorme biblioteca y me enfoque en encontrar un asiento disponible. Con mi libro frente a mi me enfrasque en el texto que mostraba. Un rebelde mechón de cabello se salió de su lugar y ocluyo mi visión, levante la cabeza y lo reacomode. Fue entonces cuando mi mirada lo encontró. Ahí, tranquilo, leyendo un libro bastante voluminoso, se veía tan sereno. Los recuerdos se agazaparon en mi mente, todo lo que pasamos, todo lo que pudimos llegar a ser. Todo se quedo en nada. Sacudí la cabeza y regrese a mi lectura, ahora me sentía incomoda, sentía que él me observaba pero al mirar de reojo me daba cuenta que él seguía muy concentrado en su gordo libro.

Me quitaba los lentes y me los volvía a poner, me estiraba el suéter intentando parecer ocupada. Las palabras de mi libro eran vistas por mis ojos pero no estaban siendo procesadas por mi cerebro. Nunca en toda mi vida había deseado con tanto anhelo entrar en la cabeza de alguien. Los recuerdos seguían en mi mente; esa ocasión cuando lo volví a ver después de distanciarnos, él estaba con esa chica y reía de la misma forma en que lo hacía conmigo.

Salí de mi trance y lo volví a mirar de nuevo, ahora el también me observaba. ¿Por cuánto tiempo lo habría estado haciendo? Nuestras miradas se encontraron, incomodas, silenciosas. Sonreí brevemente e hice una señal con la mano para saludar. El correspondió con un movimiento de cabeza y una mueca que intentaba ser una sonrisa sin lograrlo. Inmediatamente desvíe la vista, trate de enfocarme en mi texto nuevamente, pero no dejaba de preguntarme si esta situación lo estaba torturando de la misma forma que a mí. Tantas palabras pasaban por mi cabeza. Era imposible seguir estudiando con él ahí. Me puse de pie y salí del lugar.

Tome asiento en uno de los escalones que estaban fuera. Inmediatamente lo vi salir, caminaba en dirección a mí. Los nerviosa comenzaron a apoderarse de mí y podía notar que de él también. Se detuvo a unos metros de mí. Nos miramos fijamente alrededor de un minuto.  Me levante y di dos pasos hacia él. Entonces recordé que yo ya no sentía nada por él. Me encogí de hombros y di media vuelta, alejándome del lugar con una enorme sonrisa en los labios.
 Sharon Eliana
Basado en The story of us de Taylor Swift. Resultado de una clase de Salud publica muy aburrida.

miércoles, 23 de enero de 2013

Mala


Todo estaba mal. Tenía casi un año estando mal. No importaba cuando tiempo estudiara, siempre reprobaba, no importaba cuanto intentara endulzar su carácter, siempre terminaba peleando con sus amigos, con su familia. Con su madre. Sobre todo con esta última. Ella. La que le causaba un extraño sentimiento, una mezcla de cariño-no amor-, agradecimiento-por haberle dado la vida, aunque a últimas fechas eso se estaba acabando- y odio. Un odio inexplicable que había ido creciendo poco a poco desde el día en que nació.

 Alguna fuerza inexplicable se imponía con fuerza. Se imponía y le negaba la tranquilidad. La felicidad. Sospechaba que “eso” estaba dentro de ella. Algo estaba mal. Y ella creía saber que era. Era ella.

Observo en el espejo su rostro. Era bonita y lo sabía. Pasó una mano suavemente por su mejilla y sonrió. Sin quitar la vista de su propio rostro, tomo una pequeña liga y anudo su cabello lo mejor que pudo. Parpadeo un par de veces y salió de la habitación. Los ojos le ardían y palpitaban como si intentaran salirse de sus cuencas. Pero todo estaba bien. Todo. Bien. Necesitaba creer esa mentira.

Los últimos tres meses había pensado continuamente suicidarse. La primera vez que la idea cruzo por su mente fue después de ver su calificación. Era un cuarenta y ocho. Simple, llano. Había estudiado tan duramente para ese examen. Apretó los puños y salió corriendo del aula. Temblaba cuando subió al camión. Temblaba cuando se bajo de él y camino a su casa. Temblaba cuando se paro frente a sus padres y les dijo. Tembló cuando ellos le dijeron que no importaba. Que ellos confiaban en ella. Les dedico una sonrisa y subió a su habitación. Se sentía enferma. Tomo el exacto y sin mucha presión dibujo una línea vertical a lo largo de su brazo. La sangre comenzó a brotar lentamente. El dolor fue haciendo presencia. Sabía que eso estaba mal. Había visto en la televisan, gente que hacia eso. Siempre se burlo de ellos pero ese día los comprendió a todos. Podría enterrar más la navaja. Podía cortar sus venas. Podía cortar su estúpida vena media. Podía cortar su basílica, su cefálica. Sabia donde estaban y como se llamaba cada una. Podía sentir el flujo que pasaba a través de ellas. Podía cortar más profundamente y desgarrar sus tendones. Pero fue cobarde y no lo hizo. Arrojo el exacto –Los que se suicidan se van al infiernose limpio el brazo cuidadosamente. 

Pero desde ese día, cada vez que estaba parada esperando al tren, imaginaba que pasaría si ella se arrojara. Pensaba en la forma que la enorme maquina destrozaría su cuerpo, ¿Dolería? Ella creía que el golpe sería tan rápido que no sentiría nada –los que se suicidan van al infierno- pero también sabía que no tenía el valor suficiente. Era una cobarde. Una asquerosa cobarde con una vida de mierda que ella misma se había creado. 

Todas las noches terminaba sus oraciones con un ¿Cuánto tiempo me vas a dejar vivir? Lo que ella no sabía es que viviría. Viviría mucho tiempo. Ella no era mala, pero, los que desean la muerte ¿también van al infierno? 

FICCIÓN, Sharon Eliana

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Perdicion


Es que esa sensación era más fuerte que él. Pero no debía, no.
Ella estaba prohibida para él. Pero la sensualidad de esa mujer lo envolvía.
El cabello rubio, los labios rojos... esa mirada en la que te perdías.
Lo estaba volviendo loco.
Como dejar de sentir?
Solo había una forma. Y de esa forma cayo al precipicio, más aún con su último respiro la pensó y se dio cuenta que ni la muerte acabaría con el sentimiento que había desarrollado.

Sharon Eliana

jueves, 22 de noviembre de 2012

Stay.




Y ahí estaba ella, de espaldas al sol. Parecía esperar algo. O a alguien. Muy dentro de él, rogo porque  fuera algo y no alguien. Las chicas como ella no podían estar solas. No. Eran demasiado perfectas.  Su cabello castaño que con los rayos de sol parecía oro, su delicada anatomía era demasiado como para ignorarla. Nervioso se acerco a ella, se coloco a su lado, era incapaz de pronunciar palabra alguna. La observaba de reojo de cuando en cuando. Por un instante sus miradas se encontraron. Él se acerco más a ella. Un delicado roce de las manos los hizo estremecerse a ambos, y en menos de 20 segundos se atrevió a mirarla a los ojos. La sintió temblar y entonces la beso. Con un beso suave que poco a poco fue creciendo más y más. De pronto ella rompió el beso. Le tomo ambas manos. “Nos vemos luego”, susurro sonriendo y subió al autobús que se detuvo frente a ellos.

lunes, 12 de noviembre de 2012

El avión de la bella durmiente




¡Encontré algo Interesante!
Un escrito mio de la secundaria.
Las bases eran tomar un cuento y transformalo en algo propio,
Yo elegi uno de los doce cuentos peregrinos De gabriel garcia marquez titulado el avión de la bella durmiente. Se que algunos me van a querer linchar por destruir un clásico latinoamericano, pero pues culpen a la secretaria de educación por estipular esta clase de actividades. En fin, aquí les dejo mi trabajo.
Era bella, elástica, con una piel tierna del color del pan y los ojos de almendras verdes, y tenía el cabello liso y negro y largo hasta la espalda. Caminaba de forma sensual y a la vez elegante, paso frente a mi sin si quiera dirigirme una mirada.
“Esta es la mujer más bella que he visto en mi vida”, pensé, cuando la vi pasar con sus sigilosos trancos de leona, mientras yo hacía la cola para abordar el avión de Nueva York en el aeropuerto Charles de Gaulle de París.
-Señores pasajeros, sentimos informales que a causa de la nevada el vuelo ha sido suspendido hasta nuevo aviso.
Lo que me faltaba. Procure no desesperarme. Tome mi maleta y me dirigí a la sala de espera de primera clase, los enorme ventanales de vidrio tras de mi mostraban un bello paisaje blanco. Tome mi libro favorito y comencé a leer.
-Adoro ese libro-escuche decir a una tintineante voz a mi lado-lo he leído mas de diez veces
Dirigí una mirada y me quede atónito. La bella, la mujer más bella estaba frente a mi con una enorme sonrisa en sus labios color carmín.
-Perfecto-dije sin saber yo mismo si hablaba del libro o de la chica.
-Cierto, ¿su vuelo también se demoro?-infirió la chica tomando asiento junto a mi
Mi corazón latió rápidamente.
-Si, pues de hecho todos los vuelos se demoraron-respondí con una sonrisa
-Cierto!-exclamo riendo, su risa era como un bello canto-que tonta, solo intento tener una conversación con usted-agrego con las mejillas ruborizadas.
Me sentí como una adolescente al escucharla decir eso. No importaba que tuviera ya 40 años de edad y mi cabello mostrara ya sus primeras canas.
Le sonreí.
-¿Qué te parece si comienza por hablarme de tú?-pregunte-no soy tan viejo como crees
-Esta bien-respondió sonriendome, ¿cual es tu nombre?
-Christopher Poulain
-Mucho gusto Christopher-me tendió una mano cubierta por un guante negro-es un placer, mi nombre es Annie Graves
-¿Eres inglesa?
-Si, ire a New York en una misión especial
Alrededor de las seis de la tarde me indico que iria a revisar la hora de salida del vuelo. No regreso.
El vuelo de Nueva York, previsto para las once de la mañana, salió a las ocho de la noche.
Cuando por fin logré embarcar, los pasajeros de la primera clase estaban ya en su sitio, y una azafata me condujo al mío. Me quedé sin aliento. En el asiento, junto a la ventanilla, la bella estaba tomando posesión de su espacio con el dominio de los viajeros expertos.
-Hola, te desapareciste de pronto-salude sonriente
-Si, pero me senti un poco mal y visite al medico-indico sacando una pequeña caja roja, necesito dormir.
Saco dos pastillas y las tomo con un vaso de agua.
La vi dormir durante horas. La azafata sirvio la cena e intente despertarla pero ella no se inmuto. Su respiración era lenta y pausada. A pesar de esto temi que las pastillas hubieran sido para morir y no para dormir como me habia dicho.
Escuche el anuncio de nuestro descenso. Me senti con libertad de despertarla. Seria algo razonable.
-Annie-la llame suavemente acercandome a su oído-Annie-repetí su pequeño nombre al tiempo que la sacudía ligeramente, se sentía tan frágil en mis brazos. De sus labios había desaparecido el labial carmín y ahora mostraban su tonalidad rosada normal. Su rostro reflejaba una inmensa paz. Su piel inmaculada como la porcelana me motivo a hacer lo que había deseado desde el momento en que la vi. Con delicadeza me acerque a su rostro. Con un poco de temor pose mis labios sobre los de ella. Note que al fin reaccionaba, vi sus ojos verdes tan abiertos por la sorpresa. Espere que el cualquier instante me alejara violentamente de ella, pero eso no ocurrió, para mi asombro me correspondió. Fue un beso suave, duradero, perfecto, quizás el mejor beso de toda mi vida. Por mi cuerpo corrió un ligero escalofrío. Mi cuerpo me decía que esa mujer de ojos hermosos era el amor de mi vida. De pronto ella se alejo de mi. Con lágrimas en los ojos lloro desconsoladamente. La estreche en mis brazos sin valor de preguntarle el porque de su llanto. La abrace hasta que llego el momento de descender del avión. En ningún instante me soltó, estaba aferrada a mi.
-Esto no pasa todos los días-murmuro suavemente.
-Lo sé, esto es perfecto, tienes que decirme donde buscarte-susurre mientras bajábamos
-No-respondió tajantemente, se acerco a mi y de nuevo me abrazo. Me dio un beso fugaz y de nuevo comienzo a llorar-es tarde-respondió entre sollozos-mi boda es en dos días...
Me quede helado. Vi como bajaba del avión y en el aeropuerto se reunía con un joven alto de cabello claro. Los vi fundirse en un abrazo y desaparecieron hasta el sol de hoy en la amazonia de Nueva York... y yo me quede ahí, parado en medio del enorme lugar con lagrimas en mis mejillas pero con una enorme sonrisa en mis labios que aun tenían el sabor de la hermosa y bella durmiente.

Sharon Eliana basado en El avión de la bella durmiente, doce cuentos peregrinos, Gabriel García Marquez.