Hasta hoy puedo escribir un poco. Sentía que me quemaba el alma.
Esta entrada es un homenaje, para una criatura que vivió muy poco, pero que me dejo una huella muy grande. Todos me han dicho exagerada, no comprenden lo que siento. Para ellos no fue nada importante.
Hace dos meses, encontré un gatito en la calle. Estaba desnutrido, con su pelo áspero y muy arisco. Pero era un gatito bebé, tenía a lo sumo un mes de nacido. Lo lleve a mi casa y rogué que me dejaran conservarlo pues ya tenemos demasiados y uno más, pues supone otro gasto.
En fin, convencí a mis papás y hasta me permitieron tenerlo dentro de la casa. Lo llame Robín, poco a poco se fue ganando mi corazón, era la criatura más juguetona, inocente y cariñosa. Hasta mi perrita se enamoro de él, lo cuidaba como a su hijo.
En fin, estando ya un poco crecido, le permití que saliera de la casa a jugar durante las tardes. Era tan obediente, no cruzaba las calles, simplemente jugaba en el pequeño jardín que tengo. Hasta que paso. No sé en qué momento, me descuide, no fueron más de 10 minutos, estaba estudiando y me concentre de más. Cuando note que estaba ausente, mi hermano llego informándome que había un gato muerto frente a mi casa. Se me cayó el libro, me levante inmediatamente, algo me decía era mi Robín. Y lo era, pero no había muerto. Estaba agonizando lentamente. Más no fue un auto quien le causo todo ese sufrimiento. Fue una persona, un imbécil sin sentimientos que se atrevió a patearlo en su cabecita y causarle las peores lesiones que alguien puede sufrir. No puedo creer que exista gente así, tan desalmada.
No me gusta odiar, pero lo que siento es algo tan feo que no me agrada, no me gusta, no lo quiero sentir. Pero solo de recordar como hicieron sufrir a esa cosita que no le hacía daño a nadie, me invade una rabia terrible. Veo esos crueles actos hacia los animales y me siento mal, gente que los patea, que los avienta, que los ahorca, gente que sencillamente los ignora como si no importaran. Hace poco, vi como un futbolista arrojaba un perro por los aires, he visto demasiados actos de cruedad que ya no puedo simplemente verlos y callar.
Ahora mi gatito ya no está conmigo, pero juro que algún día voy a hacer algo por ayudar a todas esas indefensas criaturas. Y odio que me digan: “Era solo un gato”, porque no lo era, no lo era y aunque lo fuera, no merecia ese maltrato.