Todos critican a las chicas que se cortan, la gente vive diciendo que los que se suicidan son cobardes. Pero ella en secreto, los admira. Los admira, porque sabe que se necesita valor para llevar a cabo acciones como esa. Un valor que ella jamás tendrá.
Se despierta temprano y se alista lo más rápido posible. Toma la libreta que dejo la noche anterior sobre su escritorio y la introduce en su mochila; le tomo mucho trabajo, pero logro terminar toda la tarea que el profesor de filosofía le había encargado.
Aún ni siquiera sale el sol pero ya se siente calor, decide usar un vestido de flores, porque le gustan las flores, pero solo cuando están plantadas y no arrancadas en ramos que morirán en unas semanas. Sus zapatillas azules y su pelo en una cebolla. Se siente inusualmente bien consigo misma. Se mira al espejo y una sonrisa aparece en su rostro.
El sol no muestra piedad. Todos transpiran y los que llevan pantalones, se arrepienten de la decisión que tomaron esa mañana. Ella esta sola en el mismo escalón de siempre comiendo sus galletas y su jugo. Esta ensimismada.
-¿Me regalas una?
Su mente no procesa, ¿alguien le esta hablando en ese lugar? Levanta la mirada y sonríe sin darse cuenta. Es Ricardo, el chico luce sudoroso y su cabello rubio brilla con el sol.
-Si no quieres no hay problema-dice sonriendo al ver que no obtiene respuesta.
Ella le ofrece la bolsa y el chico toma una galleta.
-Gracias
-De nada-atina a decir ella.
-¿Me puedo sentar?- Sin esperar respuesta, se sienta junto a ella y mordisquea la galleta.-¿Seguiste bien?-pregunta sin mirarla, pareciera como si hablara con la galleta en lugar de con ella.
-¿Como?
-Bueno, ayer casi mueres y yo soy una persona que se preocupa...
-No morí-responde ella sonriendo-estoy bien-sonrió internamente pensando en la gran mentira que acababa de decir, ella hacía mucho que no estaba bien, pero había aprendido a no hablar de eso con la gente.
-Excelente, soy Ricardo por cierto.
-Yo soy Jennifer.-añade ella.
-Muy bien Jennifer, y ahora que ya comprobé que estas bien, me retiro a volver a jugar.
Lo observó alejarse trotando entre el acumulo de personas que había en la plaza central. Suspiro y sonrió. Después de todo, el chico más sexy de toda la preparatoria se había preocupado por ella.