Tarde o temprano llega el día donde notas que ya creciste. Eres una adulta. Tienes obligaciones y responsabilidades. Ese momento cuando sabes que ya no puedes simplemente tirarte en el suelo con tu caja de juguetes, esparcirlos y jugar durante horas. No. Te das cuenta que esos dieces que
solías obtener, ya no valen. Nada.
La vida ya no es tan fácil. No luce como tú la imaginaste durante esas noches en que llorabas y pedias crecer. Ahora todo es al revés. Te gustaría volver el tiempo. Apreciar los viejos programas de televisión, que ahora que vuelves a ver, te das cuenta que siempre fuiste demasiado joven para ellos. La presión crece. Tienes encima de ti advertencias, “
cuidado con el sexo sin protección”, “cuidado con el alcohol”, “cuidado con las drogas”.Estas confundida y asustada. Muy asustada. No sabes que te depara el destino. Tratas de ser positiva pero es difícil. Siempre hay un obstáculo frente a ti. Ya no puedes o más bien no debes salir corriendo con mamá o papá cuando no encuentres la manera de lograr algo. No. No porque ahora tú eres grande. Tú debes arreglártelas por ti misma.
Claro que ellos siempre estarán a ti. Pero no lo podrán seguir haciendo todo por ti.
Intentas crearte una nueva familia. Con amigos, porque aun eres muy joven para el matrimonio, pero esa familia nunca será lo mismo y aunque será divertido pasar tiempo con ellos, te das cuenta de que nada sustituirá a la verdadera. Nada. Eres grande, tu cuerpo cambió, tu rostro cambió, tu voz cambió, hasta tu mente cambio. Ya no piensas igual. Cada día aprendes cientos o miles de cosas nuevas. Tu cabeza duele, pesa de tanto que intentas meter. Tus sentimientos están confusos, no puedes dejar de pensar en el hermoso chico que te dedico una mirada en tu salón de clases. No sabes que es el amor y lo confundes con otras emociones que solo te harán sentir desdichada con el paso del tiempo. Pero todo esto es necesario. Porque eres grande. Tienes que saber de la vida. Tienes que aprender. Tienes que ser fuerte y poder controlar todo, absolutamente todo lo que se te ponga en frente. Debes hacerlo, porque ya no eres una niña, tus temores ya no son el hombre lobo, el fantasma, la momia o Chuckie. No más. Ahora le temes al fracaso, a la soledad, a la honestidad. A la falsedad e hipocresía que hay en el mundo. Comienzas a tener ideas revolucionarias que crees que pueden cambiar al mundo. Das tu opinión y nadie te toma en cuenta porque eres grande, pero no lo suficiente. Quieres comerte al mundo pero sientes que él te está comiendo a ti. Ahora conoces la decepción, conoces la corrupción. Notas que el mundo está podrido y quieres llorar. Llorar sin saber exactamente la razón.
Pero “llorar está bien” eso dicen todos. Te lo repiten y aunque tú sabes que es verdad y quieres creerlo, no puedes. No puedes porque ¿Por qué va a estar bien algo que te deja tan mal? Pero es verdad, llorar está bien. Llora porque los príncipes no existen, llora porque no vas tener todo lo que siempre deseaste. No de una manera sencilla. Llora porque estás viviendo en la realidad y no en uno de esos programas a los que eres adicta. No. El mundo no es sencillo. Ni un poquito. Todo es difícil. Pero tú lo lograras. Porque ya eres grande. Eres una adulta que tomas sus propias decisiones. Ya creciste y poco a poco estas madurando. Cada día eres una mejor persona, que si bien tal vez no cambiara al mundo, se cambiara su mundo. Eres grande y tienes que luchar por tu propia felicidad.
Sharon Eliana