Quizás la educación no era lo más importante. Pero era necesaria. Todos los días Marilú pensaba en ello para poder ir a la escuela. Era la primera de su clase pero no era feliz con ello. Sentía la presión sobre ella al momento de un examen. Sentía la soledad provocada por el hecho de que siempre estaba estudiando. Luego de que su familia muriera y ella quedara a cargo de sus abuelos, la única forma que lograra su educación era por medio de una beca. No podía darse el lujo de perderla. Aunque eso significara sacrificar toda su vida.
Vamos que era una chica exótica. Esa piel negra, cabello castaño y ojos verdes que fulminaban a cualquiera.
Sobra decir que no tenía amigos, y en ocasiones los anhelaba, pero lo único que hacía era tomar un libro y hundirse en sus estudios.
Logro terminar la universidad y ese día murieron sus abuelos. Fue triste pues ellos habían sido su apoyo. Lloro mucho pero luego se recupero y consiguió un empleo. No era muy bueno, pero le permitía tener un hogar y tres modestas comidas por día. Era una chica capaz, responsable con un enfoque y concentración que superaba a todos en la empresa. La ascendieron. Entonces logro pagar un coche. Pero aun así no era feliz. Sentía un vacio dentro de ella, tenia veintisiete años y tenía todo lo que podía anhelar pero no cubría sus necesidades. No entendía que le faltaba.
Era inteligente. Creó su propia empresa. Poco a poco subió hasta poder mudarse. Una enorme casa como la que su familia siempre soñó tener. Fue cuando se dio cuenta que era lo que necesitaba, una familia. Ya es tarde para eso. Esas palabras las repitió mucho. Compro un perro. El perro la animo un tiempo, pero un día el perro murió. Se miro en el espejo y vio algunas arrugas, vio su cabello blanco y noto que su vida había sido bastante buena pero no feliz. Se fue a dormir después de enterrar a su mascota y murió. Murió en soledad. Sin ser feliz
Sharon Eliana
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