Debería pensar en el monstruo debajo de la cama o en ir a beber un poco de agua. Pero no.
Cuando despierto en la madrugada sin razón alguna, pienso en usted.
¡Ah!, no sé si es locura, u otra cosa.
Así se convierte en el primer pensamiento del día. Podrá ser rutinario, pero cada día pienso en usted de manera diferente. Nunca igual.
Así se convierte en el primer pensamiento del día. Podrá ser rutinario, pero cada día pienso en usted de manera diferente. Nunca igual.
Le escribo, pienso si en mostrarle o no, y aunque le muestro muchos escritos, muchos otros se quedan en una servilleta, o en un volante que me han dado por la calle.
Escribo a diario, y en la noche. Antes de dormir, huelo el aire que pasa tranquilo por la ventana y purifica la habitación. Y todo se hace tranquilo, como si estuviera usted aquí.
Así se convierte en el último pensamiento del día.
Una y otra, y otra vez.
Siempre un día más.
-Andrés Montes
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